Nos gustaría pensar que nuestra historia de hoy va de unos chicos nacidos bajo la marca del fracaso, que es la historia del inevitable destino de brillantes perdedores, pero revisados los hechos, la historia pierde glamour y se queda en enésima estafa de un viejo codicioso a unos jóvenes incautaos e ilusionados por el deslumbrante brillo del estrellato.
Cuando Pete Ham y Tom Evans asomaron su mirada por la soga al otro lado ya no estaban los periodistas aduladores , ni George Harrison, solo quedaba buitres encorbatados reclamando el pago de las letras hipotecarias.