En esta clínica cometemos el error imperdonable de llamar al cojo, cojo, al manco, manco, y al ciego,  ciego. Tullido no nos parece una palabra ultra ofensiva, posiblemente a ellos tampoco, ofenden esos bordillos, agrede la barandilla que falta. Creemos que los afectados esperan de los políticos una rampa, antes que el leguaje políticamente correcto, aséptico y remilgón.

Hoy tocan en la clínica quienes perdieron los brazos en las cunetas, quienes fueron condenados a vivir sin brazos por error médicos, aquellos que sufrieron Polio cuando las vacunas no llegaban, esos de la columna quebrada. Caídos que han aprendido a levantarse.

Cómo gritaba aquella banda Punk de los primeros ochenta: «Dios Salve a los Tarados».

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